Flexibilidad y Rigidez Mental (II). Del Dogmatismo al pensamiento crítico.

Julián Trullén

Cambiólogo®

Hoy en día uno de los bloqueos más fuertes con los que nos encontramos en las organizaciones es que muchos de los líderes están anclados en el dogmatismo, se han sentido valorados hasta ahora por dar las soluciones rápidas, por lo que saben, y no han aprendido a decir “no se”, no se lo permiten.

Siguiendo con el post anterior e inspirados en Hellinger, Walter Riso, Greg Braden y otros, el Dogmatismo es la incapacidad de dudar de lo que se cree. Aseguran estar en posesión de la verdad. Es la clara manifestación de arrogancia intelectual o moral. Vive aferrado al pasado y no prospera. «Como esto pasó, ya se lo que va a pasar”

Tres aspectos claves del dogmatismo

  • Egocentrismo: «el mundo gira a mí alrededor». Vive el mundo sólo desde su punto de vista. El Egoísta es incapaz de amar a otros y el egocentrismo es prisionero de su punto de vista. Es incapaz de reconocer las diferencias. Se molestan si no piensas como él “no eres de los nuestros”. Destruye cualquier relación con alguien que no piense como él. Existe un Yo totalitario que rechaza cualquier información distinta a la que ya conocen. Si sólo pienso en mí y los demás están equivocados, la intransigencia se multiplica. El descentramiento se opone al egocentrismo. Es incapaz de ponerse en los zapatos del otro y hacer giro mental, ni de abrirse a otro tipo de información.
  • Arrogancia / soberbia: lo sé todo. “A mí me vas a contar…”. El humilde se estima a sí mismo en su justa medida, la humildad no tiene que ver con los sentimientos de minusvalía o baja autoestima. No se sobrestima, reconoce limitaciones y el posible error. Además, “el sabio ama el anonimato” (Heráclito). La humildad es reconocerse a uno mismo tal como uno es, sin sobrevalorarse ni despreciarse. La modestia nos acerca al asombro. La modestia es la madre de la curiosidad. No puede haber pensamiento flexible sin humildad. El “no se” es liberador, nos aleja de la competencia narcisista y del afán de ganar a toda costa. No hemos sido educados para aceptar la propia ignorancia sin sentir vergüenza. Un maestro dijo: “escribid en un papel la distancia exacta de la sala, todos dijeron “5 metros aproximadamente”, ninguno dio la respuesta correcta: “no lo sé”. La duda, el sano escepticismo se opone a la complacencia del dogmatismo consigo mismo. El “lo se todo” paraliza el pensamiento creativo, la capacidad de sorprenderse, la capacidad de relacionarnos, el “no se” te impulsa… sentirse Dios es una carga muy pesada.
  • La Autocrítica. Las personas que no le temen a la crítica son inconformistas y poseen la parte de incredulidad necesaria para acceder a todo tipo de información sin escandalizarse ni ofenderse. Para los escépticos, en el siglo II, la duda no solo es el mejor antídoto frente a los dogmáticos, sino que permite alcanzar la “tranquilidad del alma” que para ellos no era otra cosa que la indiferencia. La autocrítica es examinar la propias creencias, valores y comportamientos y descubrir, si los hubiera, lo inútil, lo absurdo y/o lo peligroso de nuestra manera de pensar. Sospechar razonablemente de uno mismo permite rasgar el ceño de las apariencias y ampliar el autoconocimiento, sin castigarse despiadadamente. Para los griegos la suspensión o interrupción del juicio (epoje) era una condición indispensable para describir lo nuevo o comprender la realidad en la que se está inmerso. El procedimiento consistía en poner las creencias o los valores entre paréntesis en un instante para deliberar libremente, nada de prejuicios y esquemas preventivos, solo escucha verdadera para darle una oportunidad a las posiciones contrarias. La evidencia de la escucha verdadera es que lo que oyes te toca, hace crecer tu idea, enriquece tu idea. El que no escucha la “cuece”. La autocrítica se opone a la autoindulgencia de un yo incapaz de revisarse a sí mismo. Una mente asustadiza nunca se pone a prueba, aunque el previo sea el error o la ignorancia.

Es bueno pensar que “tú puedes pensar como quieras, aunque me parece importante que antes de cuestionar un modelo, lo conozcas bien, y después toma tu decisión y haz lo que quieras. Y recuerda que todo en la vida tiene un precio. Y que el respeto profundo que te tengo, me lleva a aceptar tu decisión libremente, y libremente decidiré yo.”

El dogmatismo incluye las disfunciones mentales de “soy poseedor de la verdad absoluta”, “el rechazo de cualquier dato que contradiga las creencias profundas”, y “la no aceptación de la autocrítica”. ¿Cómo mantienen esa actitud las mentes rígidas? Por medio del autoengaño. Aquello que no está de acuerdo con sus ideas, es erróneo, incompleto o producto de la ignorancia. La flexibilidad les produce recelo y temor porque es atrevida. La diferencia es que la mente flexible está dispuesta al cambio y el dogmático ve en el cambio una forma de derrota.

La distorsión continua de la mente dogmática

La mente dogmática, consciente e inconscientemente manipula la información a su favor para mantenerse en sus posiciones, aunque las evidencias lo contradigan. Mantiene a raya la información discordante para no desprenderse de sus esquemas. Y tiene las siguientes estrategias:

  • Apelación a la autoridad: una de las claves defensivas de las mentes dogmáticas es recurrir al poder de la autoridad moral, política o religiosa para defender sus ideas. “pero, ¿cómo se te ocurre dudar de…?” Cuando se apela a la autoridad como criterio de verdad, cualquier intercambio de opiniones es imposible. Es uno de los orígenes de la jerarquía. Tradición y autoridad, dos muros para contener la fuerza del cambio. La verdad no se proclama ni se decreta, más bien se descubre, se busca, se trabaja o se sueña… ¿qué queda de la mente creadora cuando la mente se limita a obedecer por obedecer?

 

  •  “Ya lo he decidido” insensatez y testarudez, mantenerse en lo mismo pase lo que pase. Seneca dice: “insistir demasiado en nuestras decisiones de no poder cambiar nada y es enemigo de la tranquilidad”, ya que cada opinión será una carga pesada imposible de movilizar. Y no debemos confundir la decisión con la visión. Puedes mantenerte firme en la consecución de una visión y ser flexible a la vez. Eso es lo que te hace consistente.

 

  • Razonamiento emocional: una característica de las mentes rígidas y cerradas es que cuando la gente dogmática se siente acorralada, suele confundir el sentimiento con la razón. Es uno de los casos más peligrosos y destructores de la libertad de relación. Es la trampa manipuladora de “lo que dices me hace sentir mal”. Establecen un nexo directo entre emoción y los hechos, de tal manera que el sentimiento acaba convirtiéndose en criterio de verdad. Por ejemplo, “siento que no me quieres, por tanto no me quieres”, “siento que no confío en ti, por tanto no confío en ti” y otras muchas que todos hemos “sentido”. Y ahí normalmente no hay nada que hacer. La posibilidad de diálogo y expresión se cierra.

La cuestión que surge de esta manera de pensar es: ¿cómo debatir sobre una creencia o valor si su criterio de verdad se basa en su sentimiento?

Siendo flexible tratando de buscar un equilibrio razón / emoción: sentir que pienso y pensar qué siento. Darme cuenta de que mis condicionamientos, los significados que he aprendido y que le doy a la vida son los que condicionan nuestra emoción. No es que el sentimiento sea nulo, pero endiosar la emoción y hacer de la intuición visceral un criterio de verdad cuando somos conscientes de que los hechos los distorsionamos, no deja de ser peligroso. Parece entonces que ser capaz de parar, abrir nuestra mente y ver otra posibilidad, nos ayuda a ser flexibles, a aprender y evolucionar.

  • La falsa esperanza. Una de las respuestas típicas del dogmático es pensar que todo es posible y quedarse “clavado” y no hacer nada nuevo para poder alcanzarlo. Tiene que ver con el “ya se solucionará” y enrocarse sin hacer. Es una forma de no querer ver la evidencia y los hechos. Es una manera de resignarse y negar el propio poder de aprender a manejar la situación De alguna manera la frase “todo es posible” lleva implícita su propia contradicción, si todo es posible, lo imposible también puede existir.

 

  •  “La cosa podría ser peor”. Esta frase se basa en una mala resignación. Este tipo de pensamiento puede paralizar, deprimir incluso embrutecer la mente. Tiene que ver con el “déjalo así”, “quédate quieto, no cuestiones, no digas estupideces”. A veces se confunde con la aceptación, pero no deja de ser una resistencia pasiva hacia lo que pasa en la vida.

 

… Y como principal antídoto al dogmatismo, el pensamiento crítico.

El pensamiento crítico te permite:

  • Dejar entrar en la mente toda la información, no sólo la que le conviene a nuestras creencias, expectativas o necesidades. Y cuando entra nueva información en nuestro sistema, nuestra forma de actuar cambia automáticamente, sin hacer nada.
  • Actualizar creencias, opiniones e ideas. Ser capaz de darse cuenta de que solo son formas de pensar, poder poner en cuarentena “nuestras verdades” y darnos cuenta que solo son significados que le hemos dado a nuestras experiencia o que nos han sembrado en nuestra vida.
  • Acercarte al nuevo conocimiento sin miedo. Atreverse a curiosear, acercarse desde el “¿por qué no?” o desde el “¿cómo sería posible?”
  • Manejar una dosis razonable de relativismo nos ayuda a darle un significado más amplio y casi siempre más útil a lo que ocurre, es buscar desde otro punto de vista, sin perder ni negar nada de lo que pasa. Reconocer otros puntos de vista de manera relajada, ya que lo importante no es ganar, sino acercarte a la construcción de un punto de vista útil para la vida.
  • Practicar la humildad, ya que no lo sabemos todo. Es ser consciente de la primera etapa de la interacción que planteaba Socrates, “solo se, que no se nada”. Estar dispuestos a darnos cuenta de que en nuestra esencia está el aprendizaje, y que es la base de nuestra evolución como individuos y como especie. Ser conscientes de que en la vida todo va más deprisa, y esto hace que se planteen situaciones nuevas, y que por ello tendremos que encontrar y aprender nuevas vías solución
  • Aprender a encajar la crítica constructiva y la autocrítica. Ser consciente de que tener un mal resultado no quiere decir que no valgamos, que somos unos fracasados, sino que no solo quiere decir que hoy no somos capaces, que hoy no se, pero soy capaz de aprender. Un resultado es solo el punto de partida del resto de mi vida.
  • Discrepar de modelos de autoridad sin culpa, miedo o arrepentimiento. Aprender a cuestionar, a poner el foco en el hecho. Aprender a anular los mandatos inconscientes que nos hemos tragado y que condicionan nuestra vida. Acercarnos sin obligación ni expectativas, sino desde la pasión y el deseo más profundos. Darnos cuenta de que quien decide no es nuestro miedo, sino de que quien quiero que decida es mi pasión.

 

¿Qué impacto está teniendo esta forma dogmática de actuar en este momento en España?

¿Hasta qué punto somos conscientes del impacto del egocentrismo, el odio y del dogmatismo en nuestras relaciones humanas?

¿Para cuándo un escenario social (y empresarial) donde dejemos de competir entre nosotros e impulse lo que nos caracteriza como humanos, la creatividad, la colaboración, la empatía, la compasión y la intuición?