VUCA 13. Las nuevas mentes VUCA: dar por hecho y los aspectos inconscientes del cambio de cultura

Dar por hecho: el mayor enemigo del pensamiento creativo

El “hecho” está siendo elaborado de manera errónea, no está siendo manufacturado de manera adecuada porque no solo mezclamos nuestro pensamiento con el “hecho”, sino que no nos estamos dando cuenta de que eso está sucediendo. Y entonces empezamos a dar por hecho cosas que no son, que son fruto de nuestra representación, y que lo vivimos como si fuera un hecho.

Esto se hace más concreto en el concepto de “dar por hecho”, gran enemigo de un pensamiento crítico y de la apertura a las nuevas posibilidades. No ser consciente que nuestras valoraciones, pensamientos y proyecciones no son la realidad que surgen de nuestra memoria, incluso de nuestras estadísticas, es nuestra primera gran barrera para poder manejar en nuevo entorno VUCA. Necesitamos nuevas percepciones para resolver nuevas situaciones.

Además, el pensamiento genera una serie de ideas que son importantes para nosotros y que tratamos de convencer e imponer a otros en el momento que le asignamos un valor supremo.

De lo que no somos conscientes es, que para defender primero tenemos que pensar en defender, implicando rechazar cualquier pensamiento que ponga en peligro lo que tanto valoramos y eso lleva a la distorsión y el autoengaño.

Nuestro pensamiento defiende con uñas y dientes cualquier creencia ante cualquier evidencia de que pueda estar equivocado. Nuestra cultura la conforman creencias y opiniones diferentes y solemos defenderlas de los ataques de otras ideas. Las creencias que sostenemos influyen tácitamente sobre el significado global de lo que hacemos. Todas las personas llevamos nuestras creencias a los grupos y esas creencias acaban saliendo a la superficie, y no hay que tratar de romperlas, solo suspenderlas.

Aspectos inconsciente del cambio de cultura

«Lo que une en las relaciones no son las palabras, son los significados de las palabras» – MAX Estrem

Al trabajar en equipo puedes no sentirte apoyado y el resto del equipo sentir que te apoyan, lo dan por hecho, ya que no pides ayuda. Esto es debido a que a la hora de relacionarnos nos quedamos en las palabras, no en los significados de las palabras. Otro caso es la construcción de la visión compartida, creemos que por verla escrita o por escribirla juntos, ya es compartida. Eso es porque no sabemos cómo opera el pensamiento.

«El pensamiento no es una mera abstracción sin una percepción concreta a la que referirse» – Bohm

Es algo que va progresando y que es adecuado al significado de la palabra, y uno puede en el momento de usarla, ver la adecuación entre el significado y lo que va progresando.

Pongamos un ejemplo. En una situación de necesidad de apoyo en un equipo, si “el significado de apoyo o ayuda es igual a debilidad y signo de mal profesional”, el resultado del proceso de pensamiento, lo pensado, será probablemente “no pido ayuda nada, y me voy enfadado porque pasan de mi”. Si el significado profundo fuera “pedir ayuda y ayudarnos en equipo es lo habitual y demuestra confianza y robustez del equipo”, el resultado del proceso de pensamiento, lo pensado y lo que hacemos sería otro muy diferente.

El proceso y el contenido van asociados a la percepción que genera el significado profundo de ayuda. Así el contenido y su función se ven como una sola cosa, lo que significa el cese de la fragmentación en su verdadero origen. Lo que significa que realmente las recetas de lo que hay que hacer, los mantras de los gurús, los ‘tienes que’ y los mensajes y carteles de valores y de lemas por las empresas no sirven para cambiar. No hay atajos, requiere de intervención y de relacionarse con las personas.

Por otro lado, es importante darse cuenta que la mayoría de nuestras representaciones son creaciones colectivas, lo cual les otorga un enorme poder.

Y como no queremos quedarnos al margen del consenso general, solemos tomar el hecho de que todo el mundo esté de acuerdo como prueba de su validez. Continuamente nos hallamos bajo la presión de aceptar ciertas representaciones y verlas de ese modo.

De la misma manera, todos tenemos una representación consensuada de lo que es el arco iris (aunque cada uno lo vea con diferentes matices), pero el arco iris para la física, que se dedica a observar las cosas literalmente, nos dice que el arco iris como tal no existe, hay un cúmulo de pequeñas gotas que reflejan y refractan la luz del sol. Son muchas las cosas que consideramos una realidad y se asemejan al arco iris, en sí no está mal, el problema es dar a la representación la categoría de hecho independiente. Si nos diéramos cuenta de lo realmente pasa no habría problemas, porque podríamos valorar adecuadamente el hecho. Nuestra errónea comprensión es la que nos lleva a otorgar un valor extraordinario a los hechos que, en sí, tienen escasa relevancia. En vez de abordar las situaciones de complejas o de cambio desde los hechos, lo abordamos desde el significado que le damos al hecho, generando confusión, conflictos poco útiles y desgaste.

En este entono VUCA, necesitamos ser conscientes de esto y abrirnos desde la curiosidad al cambio en nuestras representaciones, el cual abre entonces la puerta de transformaciones más profundas. Cambiar las representaciones nos lleva a una visión más amplia. Solo tenemos que ser conscientes de cómo el pensamiento produce presentaciones a través de nuestras representaciones, descubramos el truco y dejaremos de estar engañados. Y para cambiar las representaciones necesitamos cambiar los significados. Y ello implica generar espacio de interacción en los equipos.

Son muchos los mundos posibles y todos ellos dependen de nuestra representación colectiva. No es suficiente con que una persona cambie su representación, el verdadero cambio ocurre cuando cambiamos nuestras representaciones colectivas. Y esa misión la tienen los líderes de la empresa.

¿Y cómo evolucionamos de la fragmentación a la totalidad? Lo veremos en la siguiente píldora.

Enseñanzas (III). Carlos Castaneda. Sendero del corazón

Julián Trullén

Cada cosa es un sendero entre un millón. Por lo tanto, tú debes siempre recordar que un sendero es sólo eso: una senda. Si sientes que no debes seguirlo, no deberás permanecer en el bajo ningún tipo de condiciones. Para poseer tal claridad deberás siempre llevar una vida disciplinada. Sólo entonces llegarás a saber que es una senda, y que no debe haber afrenta para ti ni para otros por abandonarla, si eso es lo que tu corazón te pide. Pero tu decisión de seguir en la senda o de abandonarla, deberá estar libre de temores o ambiciones.

Te advierto. Debes mirar cada sendero con mucha atención. Pruébalo tantas veces como lo creas necesario. Luego pregúntate a ti, y a ti solamente, una pregunta. Esa pregunta es una que sólo haría un hombre de mucha edad. Mi padre me la hizo cuando yo era joven y mi sangre era muy vigorosa para que yo la entendiera. Ahora la comprendo y te la voy a repetir.

¿Tiene corazón este sendero?

Todas las sendas son iguales; no conducen a ninguna parte. Son senderos que cruzan el matorral o se internan en el matorral. En mi propia vida puedo afirmar que he recorrido senderos largos, muy largos, pero no he llegado a ninguna parte. La pregunta de mi benefactor tiene ahora sentido.

¿Tiene corazón este sendero? Si lo tiene, el sendero será bueno. Si no, no sirve. Ambas sendas no conducen a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno significará un viaje alegre; mientras lo recorras, serás parte de él. El otro puede arruinar tu vida. Uno te hará fuerte; el otro te debilitaré. El problema es que nadie se hace la pregunta, y cuando un hombre termina por comprender que ha seguido un sendero sin corazón, ya está por matarlo.

Para elegir el sendero tienes que estar libre de miedo y ambición. Argüí que se necesita ambición para emprender cualquier camino, y que su aseveración de que había que estar libre de ambición carecía de sentido. Una persona necesita ambición para poder aprender. El deseo de aprender no es ambición, es nuestro destino. La sensación de poder es una trampa. El camino sin corazón destruye a los hombres. No se necesita gran cosa para morir. Buscar la muerte es no buscar nada.

En ese punto, son pocos los hombres que pueden detenerse a pensar y abandonar el sendero. Una senda sin corazón nunca podrá ser disfrutada. Tendrás que esforzarte incluso para recorrerla. En cambio, una senda con corazón es fácil, no te obligará a esforzarte para gustar de ella.

Para mí sólo tiene sentido recorrer los senderos que tienen corazón. En cualquier senda que puede tener corazón, allá viajará, y el único desafío que vale la pena, es recorrerlo en toda su extensión.

Y allá viajará, buscando, buscando sin aliento.