Enseñanzas (III). Carlos Castaneda. Sendero del corazón

Julián Trullén

Cada cosa es un sendero entre un millón. Por lo tanto, tú debes siempre recordar que un sendero es sólo eso: una senda. Si sientes que no debes seguirlo, no deberás permanecer en el bajo ningún tipo de condiciones. Para poseer tal claridad deberás siempre llevar una vida disciplinada. Sólo entonces llegarás a saber que es una senda, y que no debe haber afrenta para ti ni para otros por abandonarla, si eso es lo que tu corazón te pide. Pero tu decisión de seguir en la senda o de abandonarla, deberá estar libre de temores o ambiciones.

Te advierto. Debes mirar cada sendero con mucha atención. Pruébalo tantas veces como lo creas necesario. Luego pregúntate a ti, y a ti solamente, una pregunta. Esa pregunta es una que sólo haría un hombre de mucha edad. Mi padre me la hizo cuando yo era joven y mi sangre era muy vigorosa para que yo la entendiera. Ahora la comprendo y te la voy a repetir.

¿Tiene corazón este sendero?

Todas las sendas son iguales; no conducen a ninguna parte. Son senderos que cruzan el matorral o se internan en el matorral. En mi propia vida puedo afirmar que he recorrido senderos largos, muy largos, pero no he llegado a ninguna parte. La pregunta de mi benefactor tiene ahora sentido.

¿Tiene corazón este sendero? Si lo tiene, el sendero será bueno. Si no, no sirve. Ambas sendas no conducen a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno significará un viaje alegre; mientras lo recorras, serás parte de él. El otro puede arruinar tu vida. Uno te hará fuerte; el otro te debilitaré. El problema es que nadie se hace la pregunta, y cuando un hombre termina por comprender que ha seguido un sendero sin corazón, ya está por matarlo.

Para elegir el sendero tienes que estar libre de miedo y ambición. Argüí que se necesita ambición para emprender cualquier camino, y que su aseveración de que había que estar libre de ambición carecía de sentido. Una persona necesita ambición para poder aprender. El deseo de aprender no es ambición, es nuestro destino. La sensación de poder es una trampa. El camino sin corazón destruye a los hombres. No se necesita gran cosa para morir. Buscar la muerte es no buscar nada.

En ese punto, son pocos los hombres que pueden detenerse a pensar y abandonar el sendero. Una senda sin corazón nunca podrá ser disfrutada. Tendrás que esforzarte incluso para recorrerla. En cambio, una senda con corazón es fácil, no te obligará a esforzarte para gustar de ella.

Para mí sólo tiene sentido recorrer los senderos que tienen corazón. En cualquier senda que puede tener corazón, allá viajará, y el único desafío que vale la pena, es recorrerlo en toda su extensión.

Y allá viajará, buscando, buscando sin aliento.